Arriba:
Goran Petrović, Serbia. Nacido en 1961.
Horacio Castellanos Moya, El Salvador. Nacido en 1957.
Abajo:
Sofi Oksanen, Finlandia. Nacida en 1977.
Eduardo Halfon, Guatemala. Nacido en 1971.
La geografía literaria no siempre se corresponde con la geografía física. Pequeños países como Serbia, El Salvador o Guatemala pueden contener grandes literaturas abiertas al mundo. Es el caso del guatemalteco Eduardo Halfon. En la foto, aparece adormecido entre flores, que funcionan como metáforas de las historias que ha ido abriéndose paso en el campo de su memoria personal y familiar para construir una obra llena de ecos del otro lado del Atlántico, al seguir los pasos de su familia judía en los campos de exterminio nazi de Polonia y en tierras del Líbano e Israel, en libros como “El boxeador polaco” o “Signor Hoffman”. Es también el caso del salvadoreño Horacio Castellanos Moya, quien durante años vivió en Alemania, exiliado por la violencia de su país, y en cuyos libros, como “El arma en el hombre”, hallan eco las convulsiones sociales centroamericanas. Convulsiones también presentes en la historia familiar de Halfon, como sucede en su novela “Canción”.
La influencia de la literatura latinoamericana, de la que es buen conocedor, se siente también en la obra del escritor serbio Goran Petrović, en su elección del realismo mágico como estilo para narrar el mundo balcánico, en novelas como “La mano de la buena fortuna”, y revisitar los grandes temas literatura universal: la traición, el odio, el amor. Y del amor y del modo en que las convulsiones y presiones sociales lo restringen y contaminan escribe la autora finlandesa Sofi Oksanen, que en novelas como “Purga” o “Las vacas de Stalin”, aborda la resistencia a la violencia sexual y las crisis de ansiedad en las relaciones de parejas cuya sexualidad muchas veces ha sido marginada, como las lesbianas.
Goran Petrović, Serbia. Nacido en 1961.
Horacio Castellanos Moya, El Salvador. Nacido en 1957.
Abajo:
Sofi Oksanen, Finlandia. Nacida en 1977.
Eduardo Halfon, Guatemala. Nacido en 1971.
La geografía literaria no siempre se corresponde con la geografía física. Pequeños países como Serbia, El Salvador o Guatemala pueden contener grandes literaturas abiertas al mundo. Es el caso del guatemalteco Eduardo Halfon. En la foto, aparece adormecido entre flores, que funcionan como metáforas de las historias que ha ido abriéndose paso en el campo de su memoria personal y familiar para construir una obra llena de ecos del otro lado del Atlántico, al seguir los pasos de su familia judía en los campos de exterminio nazi de Polonia y en tierras del Líbano e Israel, en libros como “El boxeador polaco” o “Signor Hoffman”. Es también el caso del salvadoreño Horacio Castellanos Moya, quien durante años vivió en Alemania, exiliado por la violencia de su país, y en cuyos libros, como “El arma en el hombre”, hallan eco las convulsiones sociales centroamericanas. Convulsiones también presentes en la historia familiar de Halfon, como sucede en su novela “Canción”.
La influencia de la literatura latinoamericana, de la que es buen conocedor, se siente también en la obra del escritor serbio Goran Petrović, en su elección del realismo mágico como estilo para narrar el mundo balcánico, en novelas como “La mano de la buena fortuna”, y revisitar los grandes temas literatura universal: la traición, el odio, el amor. Y del amor y del modo en que las convulsiones y presiones sociales lo restringen y contaminan escribe la autora finlandesa Sofi Oksanen, que en novelas como “Purga” o “Las vacas de Stalin”, aborda la resistencia a la violencia sexual y las crisis de ansiedad en las relaciones de parejas cuya sexualidad muchas veces ha sido marginada, como las lesbianas.
José Manuel Fajardo